Pocos años después que Louis y Auguste Lumière realizaran la primera proyección cinematográfica en la ciudad de París, nuestra ciudad abría sus puertas a este género que ganaba cada vez más adeptos entre personas de todas las clases sociales.
En nuestra ciudad, los comienzos se remontan a 1910 cuando se instaló la primera sala de cine en el hotel Águila. Aunque fue toda una novedad, las familias fueron reacias a asistir, y recién varios años después comenzó el verdadero auge del séptimo arte.
El primer cine de Comodoro fue el San Juan, que se emplazaba en la calle Carlos Pellegrini 837, donde luego se levantó el edificio de la Sociedad Cooperativa de Luz. El lugar, que contaba con 30 localidades en 1916 y que se amplió a 140 en 1917, proyectaba películas un par de veces a la semana.
Rápidamente, el lugar pasó a manos de Roque González, fundador de la empresa Coliseo. A partir de allí, el cine continuó funcionando pero con el nuevo nombre que hizo historia, en nuestra propia historia.
Originalmente, las películas eran traídas por los barcos que llegaban a Comodoro, pero gracias al apoyo de González se comenzó un sistema de autos-correo que facilitaron la llegada de las obras a la ciudad. Otra de las novedades implementadas fue el sistema de alquiler de cines portátiles, transportados por un camión, que se utilizaba en los campamentos petrolíferos de YPF para divertir a los trabajadores de la empresa.
Cuando Don Roque alquiló la antigua sala de cine a SCPL (a fines de la década del 20), la ciudad crecía a pasos agigantados y la idea de crear un mejor espacio para la diversión del pueblo era incesante en la mente de Don Roque. Por eso, en el año 1947 decidió comenzar la obra de construcción del cine Coliseo en la avenida San Martín al 500, que finalizó dos años después. El proyecto fue dirigido por Vicente Vigilante, y contó con un Salón-Bar, aire acondicionado, y una capacidad para 1.400 personas en platea alta, baja y palcos.
OTROS CINES DE RENOMBRE
Paralelamente, en 1930, el inmigrante portugués Juan Do Brito había abierto el Cine Nacional, ubicado en la Av. San Martín al 700. La empresa de Sebastián Fernández Muñoz alquiló la sala a Do Brito, le realizó una total remodelación e inauguró un cine que reemplazó al Nacional, el Rex.
La gran reinauguración fue anunciada para el 6 de marzo a los habitantes del pueblo. Los modernos equipos de proyección y sonido aseguraban el “mejor local cinematográfico de la costa sud”, y el día de la apertura, con la sala completa, se esperaba la llegada de la película.
Sin embargo, y como suele suceder muchas veces, los contratiempos se hicieron presentes y momentos antes de comenzar con la película, una de las máquinas dejó de funcionar. Los presentes, irritados por el problema, amenazaron con destruir las butacas si no les ofrecían el espectáculo previsto, por lo que la Policía debió hacer acto de presencia para calmar los ánimos. Solucionado el inconveniente, todas las personas disfrutaron de la proyección y el nuevo sistema de sonido fue el comentario de todo el pueblo por varios días.
También durante la década del treinta, se vislumbró la necesidad de construir una nueva sala, más amplia y con mejores comodidades. La tarea estuvo a cargo de la Asociación Española y, de esta manera, la ciudad contó con dos cines (El cine Rex y el Español), que muchas veces debían habilitarse simultáneamente para proyectar la misma película, ya que la cantidad de espectadores era abrumadora.
Posteriormente se construyó en la ciudad el último de los cines de ese período, cuyo objetivo principal era satisfacer las necesidades de los vecinos que se encontraban lejos del centro: el Cine Comodoro. Se erigió donde actualmente se encuentra Gigante, y aunque contaba con una gran cantidad de localidades, nunca llegó a lograr un reconocimiento. Estos espacios no sólo eran utilizados para proyectar películas sino que también fueron el eje de una actividad teatral importante. Una gran cantidad de números vivos, sainetes, comedias y espectáculos musicales de todo tipo adornaron los escenarios del centro comodorense.
MÁS ALLÁ DEL CASCO URBANO
Los campamentos petroleros también tenían sus propias salas. Por ejemplo, tras el incendió del galpón de chapa y madera que servía de sala cinematográfica de YPF en 1928, se realizó una nueva obra, esta vez de material, para suplantar al antiguo lugar. Allí, las personas se ubicaban según las normas de la empresa: en la platea la gente común, mientras que los ingenieros y empleados en el sector de pullman. El cine también llegó a otros barrios petroleros y las salas eran utilizadas para múltiples propósitos. De esa manera, en Astra, el club ComFerPet y en Diadema, además de películas, también se ofrecían espectáculos artísticos, bailes, teatro y además se utilizaban los espacios para realizar los actos escolares.
Mucho antes de que existieran los “creativos publicitarios”, los comodorenses utilizábamos una forma diferente para difundir las películas. Los métodos fueron diversos, entre los que estaban camiones de gran porte, cubiertos con carteles, bombos y utilizando la bocina para llamar la atención de todos. También hubo otros más innovadores. En una ocasión, se solicitó prestada una diligencia a la Municipalidad, se la refaccionó y una vez lista salió por las calles con varios hombres vestidos como vaqueros, que simulaban un duelo en pleno Comodoro para promocionar un western.
LAHOJA N°15, JULIO 2008.