La segunda mitad del siglo XX: tiempos de “booms” económicos y de crisis profundas.

Entre 1958 y 1962, el gobierno nacional del presidente Arturo Frondizi, promovió el ingreso a la actividad petrolera de empresas privadas extranjeras (Saipem, Amoco, entre otras). En ese entonces, se buscaba el aumento de la producción de petróleo dentro del país para sostener el autoabastecimiento. Esto quiere decir que se creía necesario que la Argentina cubriera sus propias necesidades de petróleo, para favorecer de este modo el desarrollo industrial.

En algunos yacimientos, la llegada de nuevas empresas extranjeras causó un impacto importante en la forma de vida de la población, ya que generó más fuentes de trabajo y aceleró el movimiento económico a través de la circulación de dinero. Los salarios que cobraban los trabajadores del petróleo se utilizaban para la compra de productos y servicios en el mercado local, favoreciendo de ese modo la actividad económica. En el yacimiento de Comodoro Rivadavia, se conoció a este período como el del “Boom petrolero”. Esta etapa se cerró en 1963, cuando el nuevo presidente, el radical Arturo Illia (1963-1966), anuló los contratos que había firmado el gobierno anterior con las empresas petroleras. Durante estos años de “boom” económico la forma de vida de la ciudad de Comodoro Rivadavia cambió de manera muy importante con el aumento del consumo de los trabajadores petroleros, el incremento de la vida nocturna y la llegada a la localidad de migrantes internos del norte del país por las posibilidades que ofrecía la expansión del empleo en el petróleo pero también en el comercio, la construcción y los servicios urbanos. Sin embargo, la anulación de los contratos y algunas otras determinaciones de la política nacional llevaron a Comodoro Rivadavia a años de estancamiento económico hacia fines de la década del 60 y principios de los 70.

En las últimas décadas, la actividad petrolera de la Patagonia sufrió profundos cambios. En los años 80, el gobierno del presidente Raúl Alfonsín (1983-1989) intentó impulsar una nueva política petrolera, conocida bajo el nombre de “Plan Houston”, que promovía el ingreso de empresas extranjeras a las áreas de explotación petrolera. Finalmente, el gobierno justicialista de Carlos Menem (1989-1999) privatizó la empresa estatal YPF y favoreció el acceso de empresas privadas a las distintas actividades que antes desarrollaba la propia empresa estatal. Esta política tuvo consecuencias sociales y económicas muy importantes para las regiones petroleras, ya que con la privatización de YPF se dejó a muchos trabajadores sin empleo y la actividad económica de ciudades como Comodoro Rivadavia, Caleta Olivia, Plaza Huincul o Cutral Có entró en un profundo período de crisis que se proyectó a lo largo de toda la década de los 90. En 1993, Comodoro Rivadavia fue la localidad con mayor nivel de desocupación a nivel nacional con un dato del 14,8%. Pese a ello, este período que fue muy desfavorable para la economía y la sociedad local llegó a uno de sus puntos aún más críticos en 1998 por la abrupta caída del precio de barril de petróleo crudo en el mercado internacional; cuestión que aumentó los ya importantes niveles de desempleo y profundizó la parálisis en las actividades comerciales. Por esos años, la ciudad se transformó de “Capital Nacional del Petróleo” en “Capital Nacional de la desocupación”.

Desde los primeros años de este nuevo siglo, muchas de las localidades petroleras de la Argentina han incrementado su actividad por el crecimiento de la inversión de grandes empresas privadas, situación que resulta visible en el “nuevo boom” propiciado desde el 2003 por la explotación petrolera en la cuenca del golfo San Jorge. Este crecimiento que se sostuvo hasta el año 2009-2010 marcó casi siete años de expansión económica en los que Comodoro Rivadavia fue definido en algunos periódicos nacionales como el “nuevo Kuwait del sur”. En este ciclo, la ciudad volvió a repetir anteriores experiencias con la llegada de población atraída por las fuentes de trabajo, el encarecimiento del costo de vida y las dificultades para planificar y proveer de vivienda y servicios a todos los habitantes.

Sin embargo, como en anteriores etapas, el aparente florecimiento volvió a encontrar un límite y desde 2010-2012 volvió a instalarse un escenario complejo para la vida socioeconómica de la ciudad por las caídas internacionales del precio del petróleo. Esta coyuntura se fue haciendo más crítica año a año hasta llegar a definir en la actualidad un horizonte cargado de incertidumbre sobre las posibilidades del futuro cercano.

DANIEL CABRAL MARQUES, HISTORIADOR Y DOCENTE

LIBRO COMODORO CIUDAD DE ORO