Este poblamiento disperso, autosuficiente y ligado a un sistema productivo marcó la planificación de esta ciudad “multipolar” rodeada de mar y cerros. Una topografía irregular simbolizada por el mítico “cerro Chenque”, el “cerro Hermitte” y a lo lejos el Pico Salamanca, que se divisa desde la zona norte de la ciudad. Si miramos una fotografía de los años cuarenta, desde el cerro Chenque se puede apreciar la estación de trenes que se encuentra próxima a la playa y el “Chenque chico”, una pequeña lomada que durante la Gobernación Militar fue eliminada para levantar allí el Comando. En esas cuatro calles paralelas al cerro se levantaron la Catedral, el Correo y el Banco Nación, cómplices del crecimiento del centro de la ciudad, hoy atrapado entre miles de vehículos que circulan por las calles San Martín, Sarmiento, Rivadavia e Hipólito Yrigoyen.
El espacio céntrico denominado “el pueblo”, durante la primera mitad del siglo XX buscó expandirse ganando tierras al mar. En ellas se construyeron los edificios cívicos, el hospital regional, algunas escuelas, los departamentos de las “torres” y en la última década se han levantado algunos megacomercios y el estadio municipal además de un paseo costero que bordea varios kilómetros. La proximidad al mar a veces juega una mala pasada cada vez que hay marejadas que obligan a cortar el paso de los automóviles, generando cierto caos urbano.
Las características de esta ciudad multipolar fomentaron el apego y el sentido de pertenencia de los habitantes en cada uno de los barrios que la conforman. Así como hemos mencionado que se autodefinen como astrenses también están quienes viven en el “5” o en el “8” y también en las “1008”. Una característica bastante usual es que cuando nos hacen indicaciones para llegar hasta cierto lugar, son más efectivas que el uso del GPS. que en una ciudad con más de 300.000 habitantes aún solemos hacer estas indicaciones que incluso recha dos cuadras y allí vas a encontrar una casa con rejas azules y portón blanco”. Parece increíble -las referencias que damos son “vas por ruta 3, cuando llegas al almacén Don Pedro, doblás a la derecha dos cuadras y allí vas a encontrar una casa con rejas azules y portón blanco”. Parece increíble que en una ciudad con más de 300.000 habitantes aún solemos hacer estas indicaciones que incluso son más efectivas que el uso del GPS.
Por Graciela Ciselli en el libro “Comodoro ciudad de oro”