La libreta de ahorro, las cartas, los telegramas, los giros, las compras por contra-reembolso, las estampillas, el cartero… Todo parece fluir cuando se recuerda y se habla sobre aquella cotidianidad que cobra valor cada vez que se menciona al querido Correo de Km3.
Se debe recordar que la primera oficina de Telégrafos de Comodoro Rivadavia se instaló en 1901, año de la fundación de la ciudad. De esta manera, la zona quedó conectada con la Capital Federal y buena parte del país. El primer edificio donde funcionó el correo y telégrafo era una sencilla y precaria construcción de chapa y lona, ubicada al pie del cerro Chenque. Fue desde allí que se transmitió, el 13 de diciembre de 1907, el histórico mensaje del descubrimiento de petróleo en el famoso Pozo N°2, firmado por José Fuchs y Humberto Beghin. Más tarde se trasladó a su actual ubicación, en San Martín y Moreno. Fue a principios de ese mismo año cuando, a partir de la perforación realizada a unos tres kilómetros del cerro Chenque, se instaló un campamento ligado a las tareas petroleras.
Con el afianzamiento de la actividad de extracción de hidrocarburos surgieron numerosas instituciones. La avenida principal, Del Libertador –que atraviesa el barrio General Mosconi–, agrupa importantes edificios históricos como la Administración de YPF (1912), la Comisaría de Policía (1916), la Parroquia Santa Lucía (1922), la ex Proveeduría (1923), el Cine-Teatro, el Colegio Salesiano Deán Funes (1923) y la Federación Deportiva, entre otros. En su arquitectura se aprecia ese estilo de campamento petrolero urbanizado.
Uno de los primeros en establecerse, testigo de las vivencias de los primeros pobladores, es el correo. Ubicada en la calle Don Bosco, la sucursal N°1 de Correos y Telégrafos de Yacimientos Petrolíferos Fiscales fue habilitada en el año 1917, dentro de la zona administrativa y residencial del yacimiento. Detrás se encuentra la casa del jefe de Correos. Tanto el edificio como la casa adyacente fueron declarados de Valor Patrimonial de la ciudad. La construcción es de mampostería realizada con bloques de piedra desbastada.
El correo fue fundamental para los pobladores, ya que entonces no había teléfonos de uso masivo como hoy en día. En sus inicios, el barrio estaba conformado por inmigrantes europeos y también del Norte del país –trabajadores de YPF en su mayoría–, quienes usaban el correo para comunicarse con sus familias. En la memoria de los vecinos perdura el famoso giro que realizaban a fin de mes los empleados y obreros, para enviar la ayuda económica a sus parientes en los lugares de origen. En los primeros años llegaban a la ciudad, en general, solteros –o aun casados–, dejando a los suyos en su pueblo. Y ése era el lugar a donde iban a hacer el giro.
Los telegramas también formaban parte de la cotidianidad. Estaban los comunes, pero también los especiales, aquellos que iban impresos en una hoja de mayor calidad. Generalmente se utilizaban para felicitar en caso de casamientos o acontecimientos especiales. Los ánimos cambiaban cuando se podía ver una carta en cuya esquina superior tenía un listón negro, lo que anunciaba un fallecimiento…
Ester, presidenta de la Asociación Vecinal General Mosconi, tiene registrada en su memoria esta conversación: “Una vez visité el domicilio de Edwan Fankhausen. El hombre era filatelista y tenía dos o tres álbumes bellísimos, llenos de estampillas de muchos países. Le pregunté dónde había conseguido esa maravilla. Me respondió: ‘Éramos muchos extranjeros… Mis compañeros recibían la correspondencia, rescataban el sello y me lo daban’. Bueno, a partir del correo se generó una colección valiosa. Incluso él la quería vender”, recuerda la vecinalista.
Por su parte Cristina, también miembro de la Vecinal, recuerda: “Era costumbre ir al correo. Mi papá tenía a su familia en Portugal. Al menos una vez al mes enviaba cartas y también dinero: lo envolvía en papel carbónico para que llegara de una manera más segura… Y, por supuesto, también íbamos a comprar las estampillas para la libreta de ahorro”.
Y no nos olvidemos del cartero, ese personaje que recorría las angostas y arboladas calles del barrio con su gran bolso de cuero a cuestas, asegurándose de que la correspondencia llegara a cada domicilio.
El edificio del correo es uno de los lugares que conservan una fuerte carga de valor, que le fue otorgado por los propios vecinos. En la actualidad funciona allí la sucursal del Correo Argentino. Estos testimonios –como muchos otros– demuestran que tanto la memoria como la historia se reflejan en los objetos y en los lugares, lo que marca una fuerte identidad barrial. Como lo menciona la investigadora Graciela Ciselli (2015), el Correo de Km3, como bien patrimonial, funciona como transmisor de conocimiento, al transportar entre generaciones la memoria histórica.
Bibliografía consultada
–Bienes de valor patrimonial, Municipalidad de Comodoro Rivadavia.
–Brohman, S., & Ezpeleta, R. S. (1951). Cincuentenario de Comodoro Rivadavia.
–Ciselli, G., Abuin, N., Granero, V. B., Carnevale, L., Ceci, P., Dias, I., & Figueroa, M. (2015). El patrimonio industrial como la huella del trabajador petrolero en el territorio. El caso de YPF en Comodoro Rivadavia y su impronta cultural. Editorial Dunken.
–Fotos: Archivo Histórico Municipal.