En Comodoro no usamos paraguas


A diferencia de lo que ocurre en otras grandes urbes, aquí el paraguas es poco usual, ya que la lluvia no suele visitarnos a menudo y, cuando lo hace, el viento puede jugarnos una mala pasada.

La lluvia no elige dónde caer. Si están dadas las circunstancias, basta con ver el cielo y empezar a ver caer las gotas; en algunas ciudades más, en otras menos, pero casi siempre recibimos su visita. Es curioso cómo en otras ciudades, cuando el pronóstico anticipa un día lluvioso, todos salen de su casa con un paraguas cerrado en la mano, como si aquél fuese parte del atuendo diario.

De colores sobrios, oscuro, con mango de madera o de plástico, se torna un compañero innegable para los chubascos repentinos o, ¿por qué no?, cuando el sol está muy fuerte. Protector de peinados, bolsos y maquillaje, es suficiente con tocar su botoncito y… ¡A reírse del agua o el sol! Ahora bien, ¿alguien ha notado que en Comodoro Rivadavia la gente casi no usa paraguas? Este es el elemento olvidado, y hasta nos llama la atención cuando vemos uno, como si fuese un adminículo de otros tiempos.

Tenemos que tener en cuenta que el viento en estos parajes suele acompañara las lluvias y ésa no es la mejor combinación para taparnos con este instrumento, porque aquí puede romperse, volarse o, simplemente, desarmarse.

En nuestra ciudad, en cambio, suelen verse el clásico diario o el maletín arriba de la cabeza, para no mojarnos el pelo, o, simplemente, a la gente buscando los aleros de los comercios para “esperar que pase” el chaparrón.

Esta es otra de las características de las cuales somos felices víctimas, debido a las inclemencias del tiempo. Eso también nos hace particulares y nos da una identidad que nos caracteriza. Después de todo, no está tan mal mojarse un poco la cara con agua de lluvia…

LAHOJA N°35, MARZO 2010.