Historia de Tienda Goy

Tienda Goy cumplió 60 años en Comodoro. Con altibajos, épocas mejores y peores, el negocio se posicionó como pocos en la ciudad y hoy no hay quien lo desconozca. Aquí, un resumen de su historia y la importancia de emprender con responsabilidad.

Elso y Manolo Goy (dos de cuatro hermanos, tres de ellos españoles) conformaron la tienda que lleva ese reconocido apellido en el año 1956, cuando ambos tenían 21 y 27 años, respectivamente. La misma se ubicaba en un salón propio en Rivadavia 1512.
Enzo estaba en la Marina y al cumplir los cinco años “me vine de baja y pusimos la tienda”, recuerda. Su mamá, Severina -quien vivió hasta los 104 años- también trabajó en el negocio. “Ella y Manolo fueron los que le pusieron el nombre y nos ayudó mucho Marcelina de Freile, una española de Km.3. Ellos inauguraron tienda Ely” en ese sector, cuenta Goy, quien destaca que “ella nos abrió el camino cuando nos recomendó a viajantes que incluso nos fiaron”.
“La vieja laburaba, siempre cebaba mate en la tienda, hacía de comer”, rememora Enzo, hoy retirado del negocio pero quien mamó desde muy pequeño la veta comercial. Su padre, José, fallecido a los 52 años, tenía el hotel Europa, donde ahora está Garbarino.
Goy llegó a Comodoro desde Camarones porque “mi papá era muy aventurero. Hicimos un gran recorrido y tuvo como cinco o seis negocios”, detalla. Su mujer, Luisa Minoli había venido desde Sarmiento a estudiar a la ciudad, en donde años más tarde se puso una academia de dibujo y trabajos manuales llamada María Eugenia. Además, trabajaba en la escuela de Alem y Dorrego y en el Colegio Deán Funes.

EL COMODORO DE ANTES
Goy se posicionó rápido y fuerte en la ciudad. Manolo siguió en la tienda hasta el 63, cuando puso una panadería y entonces comenzó a trabajar Luisa. “Los dos éramos muy emprendedores -destaca la mujer y compañera de vida de Enzo desde hace 48 años-. Cuando me uní a Goy vendí la academia, que tenía muchos alumnos”.
“Había que elegir porque hacer las dos cosas era imposible. Ambos teníamos mucho trabajo y por suerte nos fue muy bien. Incorporamos muchísimas marcas. Íbamos mucho a los desfiles y exposiciones de Buenos Aires”, valora Luisa.
“Para Navidad, el Día de la Madre a veces teníamos cola en la vereda. Debíamos cerrar la puerta para que no entre más gente”, ilustra. Además, el matrimonio que dejó el local hace siete años (lo vendió a una hija de Luisa) destaca la diferencia que había en esa época en cuanto a la confianza con los clientes. “Pagaban puntualmente, se anotaba en libreta. Ni sabíamos dónde vivían y les fiábamos”, dicen.
Pero como a muchos comerciantes, el 2001 les jugó una mala pasada. “Casi cerramos”, aseguran.
Enzo y Luisa habían puesto una clínica en donde ahora está el PAMI. “Teníamos médicos, alquilábamos el espacio para kinesiología y cuando se vino la malaria estábamos enloquecidos para venderla” hasta que finalmente la compró Provincia en una anterior gestión de Mario Das Neves. Resaltan que la pusieron “con la idea de parar tienda Goy pero después seguimos porque vimos que era nuestro fruto”.

DESDE ABAJO
Enzo y Luisa son un ejemplo de pareja emprendedora ya que con empuje, ganas y responsabilidad, supieron mantener por años una de las tiendas más reconocidas en la ciudad, la cual les permitió, además de mantener a su familia, darse muchos gustos como viajes a diferentes partes del mundo.
Por eso, al consultarles qué les dirían a los jóvenes que quieran emprender algún tipo de negocio, destacan la importancia de que “cuando hagan algo sea con honestidad y que se preocupen, que sean responsables”.

 

Por Cecilia Mourelos.