UN PAISAJE DISTINTIVO, CARGADO DE HISTORIA, PARA RECORRER Y DISFRUTAR
En Km5 existen espacios urbanos que concentran edificios, objetos y sitios de diferentes etapas históricas de Comodoro Rivadavia y de distintas actividades productivas, que conforman en la actualidad un mismo paisaje distintivo y valorado. Son paisajes patrimoniales, que generan un fuerte sentimiento de identidad en el barrio.
Cuando pensamos en la “línea de horizonte de ciudad” o “skyline”, pensamos en perfiles urbanos distintivos como los de París, Barcelona, Londres o Nueva York. Salvando las escalas, también en Comodoro Rivadavia tenemos líneas de horizonte distintivas, propias, valoradas, que son parte de la memoria colectiva.
Una de ellas es el paisaje que constituyen los elementos tanto naturales como culturales presentes en la playa de Km5, donde aún se ven los últimos puntales de lo que fue el primer muelle de Comodoro Rivadavia. Allí desembarcaban mercaderías y pasajeros, y se embarcaban los productos primarios, como la lana que se producía en la región. Era un espacio no sólo productivo y de comercio, sino intensamente social. Muy cerca de los restos del muelle se identifica el perfil de la proa de un lanchón de madera, que colaboraba en el desembarco de esas mercaderías y pasajeros hacia la costa. Como fondo de escena del lanchón, declarado bien patrimonial de la ciudad, se pueden ver dos grandes estructuras de chapa, también declaradas patrimonio: a la izquierda, los talleres del ferrocarril. A la derecha, la primera usina eléctrica, que suministraba energía a los talleres y luego también a las pocas viviendas de los trabajadores ferroviarios que se hallaban próximas.
Desde la proa del lanchón, volviendo la vista al mar, nos encontramos con el último tramo de pasarelas de la explotación petrolera off shore. Este gigante, de extensas “patas” que se asientan sobre la restinga, y que prácticamente desaparecen con la marea alta y más aún con las marejadas, también ha sido declarado patrimonio de la ciudad, aunque no cuenta con mantenimiento alguno. Es el último vestigio de los kilómetros de pasarelas que se extendían por sobre el mar en las costas de Comodoro, y que servían además como sede de diversas actividades sociales y recreativas. Hoy, en la pasarela se pueden ver numerosas especies de aves marinas como biguaes, cormoranes imperiales y cuello negro, gaviotines, palomas antárticas, gaviotas cocineras, grises, capucho café y otras tantas que embellecen aún más esta imponente estructura.
Por último, en el extremo Norte de la pequeña bahía que se forma en Km5, la casa de bombas es un hito por su altura, sus techos a dos aguas, sus aberturas que permiten espiar hacia el mar, su muralla defensiva que, aunque algo maltrecha, aún cumple su función de defender este bien patrimonial de los embates de las olas. La Casa era donde se tomaba agua del mar para enfriar los motores de la usina eléctrica que, a pocos metros de distancia, había sido construida en 1924 para reemplazar la de chapa que aún custodia al lanchón. El agua remanente del proceso de enfriamiento, con unos grados más, llenaba la recordada pileta de natación de Km5.
Éste es entonces un paisaje cargado de memoria, de identidad, de sentimientos de pertenencia. Es un paisaje patrimonial que merece la pena ser visitado. Para pescar, para correr y hacer ejercicio o para tomar sol. Con unos mates solo, con amigos o con la familia. A distintas horas del día, en distintas estaciones del año, el paisaje se transforma con colores y energías distintos, aunque se mantiene la línea de horizonte con estos bienes patrimoniales.