Hospital militar de Comodoro Rivadavia

 

Oriundo de Córdoba, Nelson Moyano –director del Hospital Militar del barrio Km 8– conversó con LaHoja. El edificio, declarado Patrimonio de Comodoro Rivadavia, alberga una rica historia. Uno de sus hitos relevantes es el 5 de abril de 1982, cuando el doctor Enrique Ceballos –entonces al frente del establecimiento– recibió del Ejército la orden de alistar a todo el personal y el material que se pudiera transportar, con la misión de crear el Hospital Militar de Puerto Argentino.

“Llegué a Comodoro sin conocer la ciudad. Fue una alegría cuando me encontré con la rica historia de este hospital. Había leído que fue fundado por el Ejército en 1980. Acá me enteré de que era 50 años más antiguo…”, relata su actual director, Nelson Moyano.

Allá por 1923 se inaugura como una salita de primeros auxilios impulsada por la Compañía Ferrocarrilera de Petróleo –ComFerPet–. Atendía sobre todo los accidentes laborales que sufrían los trabajadores. Resultó tal la demanda que la empresa decidió construir el moderno hospital. Fue inaugurado en 1931, prestando servicio gratuito a los empleados de la empresa y sus familias. Su fachada se conserva intacta.

El centro sanitario perteneció a la compañía –transformada luego en Petroquímica– hasta 1980. Ese año se produjo una reducción de personal y la sociedad anónima ya no podía seguir manteniendo el hospital. Entonces firmó con el Ejército un acuerdo por el cual le transfirió el establecimiento, sus instalaciones y su personal.

“Se puso la condición de que la nueva administración absorbiera a todo el personal. Es decir, que no quedara nadie en la calle y se siguiera atendiendo allí a los trabajadores de la empresa. Actualmente hay personas, por ejemplo nuestras cocineras, que nacieron en este hospital, trabajaron aquí y fueron transferidas al Ejército como personal civil. Están por jubilarse… Ya son parte de nuestra historia”, cuenta Nelson.

El hospital está próximo a cumplir 90 años. Durante su período como hospital militar ocurrieron importantes acontecimientos. Su primer director fue el doctor José Buroni, cirujano que vino desde Buenos Aires. El 5 de abril de 1982 su reemplazante, el doctor Enrique Ceballos, médico traumatólogo, recibió del Ejército la orden de alistar a todo el personal y el material que se pudiera transportar, ya que debía llevar adelante la misión de crear el Hospital Militar de Puerto Argentino.

“¿Sabés cuánto tiempo le llevaron al doctor Ceballos los preparativos? Tan sólo cinco días: convocó a todo el personal, reunió el instrumental quirúrgico, medicamentos, placas de yeso, material de odontología y mucho más, en cajas y contenedores”, cuenta Nelson con admiración.

Es así que, llevando un total de 63 efectivos, 30 camas y capacidad quirúrgica, el Hospital Militar de Km 8 se trasladó a las islas Malvinas, donde a partir del 10 de abril se instaló en un edificio de Puerto Argentino que había sido construido para hotel (colonia de vacaciones para los hijos de los lugareños) y nunca fue habilitado por defectos en su estructura.

Hospital instalado en Puerto Argentino (1982)

Durante la conversación, Nelson se dirige hacia un rincón de la oficina y muestra un cofre que contiene, nada más y nada menos, que la bandera argentina que estuvo flameando en el hospital de Malvinas.“El 12 de abril comenzó a recibir a los primeros heridos. Durante la guerra le tocó asistir a cerca de 4 mil personas. En el mes de junio hubo un mayor flujo de heridos, hasta que –respetando la Convención de Ginebra– la Cruz Roja Internacional y la sanidad militar británica se hicieron cargo del hospital. El 19 de junio, los internados fueron trasladados a Comodoro Rivadavia por un buque militar del Reino Unido”.

El establecimiento atiende actualmente al personal militar de la región, recibiendo pacientes de Sarmiento, Río Mayo, Esquel y hasta Puerto Deseado. Asimismo, siempre está a disposición y brinda apoyo a la comunidad. Después de su fundación y de 50 años de forjar sus cimientos, el Hospital siguió creciendo. Un hospital veterano de la Guerra de Malvinas.

Por Marina Águila.

LaHoja N°92