Playa mágica

Cosas nuestras

El mar y la arena, compañeros inseparables, siempre mimándose el uno al otro, incansables, tranquilizantes y esporádica mente violentos… Así, la playa fue tomando forma a lo largo de miles de años, con el viento y el sol como única compañía. Hoy, una ciudad que parece surgida de las dunas mira confiada hacia el futuro.

Los primeros habitantes originarios de estas tierras llegaron casi como asomándose tímidamente entre las matas, cazando para comer, buscando abrigo y, con suerte, pescar algo. Las cosas fueron así hasta los años 50’ del siglo pasado, cuando nuevos pobladores empezaron a construir sus casas entre las dunas, las matas y la soledad.

Fuente Colección Museo Rada Tilly (año 1962-1963)

Todo aquel que visitaba una vez aquella alejada y solitaria playa quedaba maravillado con el paisaje; el lugar despertaba las ganas de quedarse, o por lo menos volver. Los primeros techos, los primeros árboles plantados, las primeras voces y la clásica huella en la arena, marca inconfundible que deja el ser humano en los lugares que frecuenta. Las caminatas por la playa despejan la mente, oxigenan el alma y alimentan el espíritu. Y eso es justo lo que querían aquellos pioneros.

Año tras año, aquel pequeño asentamiento fue invitando a más y más gente, que llegaba, se enamoraba del paraje y nunca más se iba. Las formas de las calles empezaban a describir un lugar que, aparentemente tapado por las dunas, siempre había estado allí. Nada pudo parar este crecimiento, directamente proporcional a la belleza que fue adquiriendo. Hoy, aquel pequeño asentamiento quedó lejano en el tiempo. Villa Rada Tilly es una ciudad con historia y forma propias, proyectada hacia un próspero futuro. Las casas coparon todos los rincones. Los comercios y el turismo se encargaron de mantener viva la villa, que verano tras verano estalla de gente que viene a disfrutar de nuestras playas, sus miradores, el aire de mar y todo lo que aquí se le puede brindar.

Ya nada volverá a ser como en los comienzos. El destino puso el sello, pero si tenemos la oportunidad de apreciarlo, en algunas mañanas de fin de semana la ciudad parece rendir homenaje a sus inicios. El silencio, la tranquilidad y la belleza se hacen presentes entre las calles y uno puede nuevamente relajarse y disfrutar de este particular lugar en el mundo: RADA TILLY.