Zona comercial de Km3, Historia

Cada rincón de nuestro suelo tiene historias, y cada persona puede recordarlas y contarlas. En este caso, LaHoja tiene el testimonio de Fernando de 57 años, quien vivió su infancia en Bº General Mosconi.

“En Km. 3 existe una zona comercial que se fue desarrollando de la mano del barrio y sus pioneros.
Comercios de distintos rubros cubren las necesidades de la zona. Algunos de estos ya no están, porque lograron el objetivo de aquellos viejos pobladores: bienestar para su familia y otro futuro para sus hijos. Desde aquí recuerdo con cariño a algunos de ellos, como por ejemplo Foto Flagel, Kiosco Wolf (con su fuerte aroma a caramelos), Casa Carrusca (que muchas veces nos vio con la nariz pegada a la vidriera admirando los juguetes), Casa Da Silva (y el amor que ponía su propietaria para atender al público). También había muchos bares, lugares donde se reunían los vecinos a tomar un “vermucito”, jugar al cacho, al truco y contar historias del trabajo diario o recuerdos de los jubilados, que a todos nos hacían reír”.

Muchos de estos edificios aún en pie, datan de principios del siglo XX. Como es el caso del “Bar Internacional” que figura en las fotos de 1917. En su gran mayoría, estos lugares fueron fundados por inmigrantes europeos entre los que recordamos a griegos, españoles, yugoslavos, portugueses, búlgaros entre otros. Ellos aportaron su ingenio comercial y fueron escuela para muchos paisanos que veían en ellos un ejemplo de progreso.

Podíamos verlos muy temprano en la mañana lavando sus pisos o barriendo sus angostas veredas, lavando vidrios o abasteciendo sus locales, pero siempre dispuestos al saludo cordial o al consejo de amigos. En la década del 60, pudimos oír en un local de esta zona los primeros acordes de quienes más tarde serían “Grupo Uno”. Una gran banda local con trascendencia.
Más de una vez nos encontrábamos jugando a la paleta en el frontón cubierto que estaba sobre la Av. Tehuelches, o escuchando música de 18 a 20 hs. a través de los parlantes instalados en varios lugares del barrio, gracias a los propietarios de “la publicidad talleres júnior”. ¡Qué hermosos recuerdos! ¡Qué felices que fuimos! pero no porque tuviéramos más sino porque necesitábamos menos. Todo era más sencillo. Todo se hacía con amor”.

LAHOJA N°52, AGOSTO 2009.